- Descripción
Descripción
La historia del Vodka Syrenka se remonta al siglo XIX, cuando un niño perteneciente a una saga destiladora polaca, Marcin Sikorski, solía pasar la mayor parte de su tiempo libre jugando en la destilería familiar.
El pequeño Marcin no tardó en decidir continuar con el oficio familiar, y durante sus primeros años de aprendizaje, experimentó con todo tipo de botánicos, alcoholes y sus diferentes proporciones y maridajes.
Marcin llegó a convertirse así en un reconocido maestro destilador. Pero algo en su interior le impulsaba a no cejar en su empeño de dar con una receta especial.
Guiado por su intuición y experiencia, Marcin se dedicó a estudiar y revisar todos y cada uno de los componentes que la tradición había considerado esenciales en un auténtico vodka polaco.
Fue entonces cuando Marcin Sikorski se percató de que los maestros destiladores habían ido descuidando progresivamente la selección inicial del agua. Ahí empezó la febril búsqueda de Marcin para encontrar el agua más depurada, fina e impoluta que existiera en toda la orografía polaca.
Una clara mañana de otoño, mientras seguía el cauce de un río, Marcin vislumbró en la corriente la silueta de una sirena que parecía querer guiarle en su recorrido. Tras varias horas de persecución, llegó hasta el nacimiento de tres fuentes procedentes de un manantial virgen. De aquel manantial, brotaba la materia prima ideal que buscaba Marcin: un agua insípida, incolora e inusualmente pura.
Este enclave sigue siendo sólo conocido por la familia Sikorski, que convencidos de la intervención directa de la sirena en el descubrimiento, dieron a su vodka culmen el simbólico nombre de Syrenka.
Tras encontrar el agua y el nombre que bautizaría su obra maestra, Marcin inició la búsqueda de los mejores granos de centeno y trigo, que acabaron sometidos a cuatro destilaciones para alcanzar el grado de pureza necesario, y a un doble filtrado para eliminar impurezas.
El resultado es un vodka de insuperable suavidad, incoloro y cristalino, embriagador en matices aromáticos y con una entrada en boca amable, fina y equilibrada.
Nota de cata
Fase Visual: Tan inmaculado y cristalino como el agua de manantial.
Fase Olfativa: Tiene la virtud de la discreción, de encadenar adjetivos aromáticos con sigilo y delicadeza, como los grandes vodkas. Acechan la bondad de los cereales y el acento de algodón, fruto de una cuidada destilación. Todo fluye con maestría y respeto. Simboliza el estilo de los ortodoxos del vodka.
Fase Gustativa: El tándem formado por la suavidad glicérica y su pulcritud aromática, son el resultado de un trabajo impecable. Tan fino como sincero, sin resbalones en el recorrido. Despide su visita al paladar con un recuerdo cristalino a cereal que perdura.
CONCLUSIÓN: Vodka recomendado para los buenos bebedores de vodka. Se puede tomar solo, bien frío, o como base de la nueva coctelería de autor.